jueves, 25 de marzo de 2010

A diez años de una gran proeza: el cruce a la Cordillera de Los Andes, pedaleando


En enero se cumplieron diez años de una aventura que hoy es recordada por un grupo de personas que aún se reúne para seguir escribiendo historias sobre el asfalto: José Ramírez, Walter Mendieta, Eduardo Coronel, Cecilia Correa, Emilio Godoy y Carlos Pompeyo Gómez, integrantes del equipo de ciclismo de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) que este año celebra aquel logro y lo recuerda con gran satisfacción: el cruce a la Cordillera de Los Andes, pedaleando.

Todo comenzó cuando recibieron la invitación por parte de la peña Mendocina de Las Heras “Juan-Citón” para realizar el viaje. Pompeyo Gómez, empleado de la UNSE y uno de los integrantes del grupo rememora: "Aceptamos la invitación de muy buena gana, por cuanto era todo un desafío, más grande que lo que habíamos imaginado jamás. Pero tenía algunos condimentos que la convertiría en única. No sólo tendríamos que andar por las rutas que llevaban a Chile, sino que tendríamos que trepar, por camino de tierra, al Monumento del Cristo Redentor en plena frontera y, a su vez, participar en un Record Guines, que consistía en juntar la mayor cantidad de ciclistas a más de 4.000 metros de altura”.

De esta aventura no solamente participaron los ciclistas santiagueños, sino también de otras provincias de nuestro país y del extranjero, como uruguayos, brasileños, norteamericanos y chilenos, entre otros.

Sobre el arribo triunfal destaca: “La llegada a la capital Santiago de Chile fue sumamente emocionante. La gente se agolpaba en las calles para ver pasar la caravana de ciclistas y vehículos. Las sirenas de las motocicletas de los Carabineros nos cargaban de energía. Estábamos cansados pero con una alegría indescriptible. Al bajarnos de las bicicletas nos confundimos en un abrazo interminable. La gente y los compañeros de ruta de otras agrupaciones nos brindaban su aliento y saludos. Era algo imposible de describir. Habíamos cumplido nuestro gran sueño”.

Pompeyo advierte que "el cruce del milenio tenía su recompensa: los amigos nuevos como Marcelo Visser, de Hurlingam, provincia de Buenos Aires, por ejemplo, que se convirtió en el representante para esa zona. Y así otros, a los que encontramos más tarde en competencias nacionales. Los lugares nuevos y sorprendentes. Los días posteriores descansando y de turismo por distintas localidades chilenas. El encuentro con los afectos al regreso.Y a todo esto... pensar que pasaron diez años".

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